En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, la inteligencia artificial comienza a infiltrarse en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, incluso en lugares tan comunes como un restaurante. Imagínate llegar a un establecimiento elegante y ser recibido no por un humano, sino por un robot impecablemente vestido de maître. Este no solo organiza tu espera, sino que adapta su conversación a tu nivel intelectual, demostrando un grado de personalización y adaptación sorprendente. Esta historia, aunque ficticia, nos invita a reflexionar sobre el futuro de la interacción humana y tecnológica: ¿cómo influirán estos avances en nuestra vida diaria? ¿Nos sorprenderán para bien o terminarán reforzando nuestros propios prejuicios y estereotipos? Bienvenidos a una realidad donde la inteligencia artificial no solo sirve las mesas, sino también nuestras expectativas, curiosidades y, por qué no, hasta nuestras conversaciones más banales.
Chiste del robot/maitre en el restaurante
Un hombre entra a un restaurante y sale a recibirlo, un robot de inteligencia artificial perfectamente vestido de maitre (mozo), que le dice:
- “Lo siento, señor, pero todas las mesas están ocupadas y tendrá usted que esperar una media hora, si usted lo desea, mientras, la casa le invita a una copa en la barra, podemos conversar un poco, para que la espera sea más agradable”.
- “De acuerdo” -dice el cliente sorprendido.
- “¿Le importa decirme cual es su coeficiente Intelectual?” pregunta el robot/maitre.
- “Es de 160 responde el cliente”.
Y durante los treinta minutos siguientes, el robot dialogó con soltura y amenidad sobre los últimos acontecimientos culturales, la economía mundial, analizando sus previsibles tendencias y sobre los más recientes avances científicos y tecnológicos.
El cliente queda muy impresionado y, al cabo de unos días, decide volver pero, para ver cómo reacciona el robot, le dice tener un coeficiente Intelectual de 85.
El robot estuvo los treinta minutos hablando de fútbol, los goles de la selección nacional en su último partido y del último video de peso pluma y de los tictokeros de moda.
Lleno de curiosidad, por tercera vez vuelve el cliente a los pocos días y ahora, a la pregunta del robot, responde que tiene un coeficiente Intelectual menor de 35.
Entonces el robot se le acerca al oído y hablando despacito y con tono cómplice le dice:
- “¿Ya escuchó el último chisme de LA CASA DE LOS FAMOSOS?"
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